Cuando, cada vez con más frecuencia ahora,
viajo a través de nuestro país, no puedo evitar imaginarlo como un
gran pañuelo arrugado que Dios tiró por allí para nuestro esfuerzo y
para su gloria. Después de dos décadas de dificultades motivadas por
el terrorismo, ese vacío del Perú profundo que todos los limeños
tenemos a causa de este auto aislamiento citadino queremos llenar
ese espacio visitando los lugares que más nos atraigan, por interés
o curiosidad, buscando belleza, aventura, historia o simplemente un
cielo que valga la pena.
Pocos lugares de nuestra esquiva geografía me
han despertado más interés y curiosidad que el remoto valle del
Pozuzo.
Entrar en contacto con un retazo de nuestra
historia sobre el que se ha escrito tan poco, y sin embargo, tan
lleno de elementos de aventura y romance, de heroísmo y muerte, nos
desarrolla una imagen idealizada por nuestra imaginación, un mundo
efímero que anhela ser confrontado con la realidad.
Y es que la historia que rodea la epopeya de
los habitantes de Pozuzo tiene todos los elementos que hacen que
posea un magnetismo irresistible para quienes se noticien de la
misma.
La saga de los pozuzinos tiene su origen hace
250 años con el levantamiento de Juan Santos Atahualpa (1742) cuya
rebelión postergó la colonización de la zona por casi cien años.
Cuando a mediados del siglo XIX, el presidente
Ramón Castilla decidió recuperar el valle del Pozuzo no pudo hacerlo
mejor que dando continuidad a una iniciativa del Gobierno de
Echenique que firmó un contrato con un noble alemán el Barón Kuno
Damián Freiherr von Schutz-Holzhausen que originalmente comprometía
la colonización de la zona de Tarapoto.
Cuando Castilla derroca a Echenique el contrato
hubo de ser revisado, fijándose como nuevas tierras a ser
colonizadas las que estaban en los valles entre el río Pozuzo y el
Pachitea.
Paralelamente a todos estos hechos un grupo de
jóvenes del Tirol austriaco tenía dificultades para contraer
matrimonio pues una ley austriaca ponía como condición la tenencia
de tierras como prerrequisito matrimonial. El párroco R.P. Egg fue
intermediario de las noticias allende el océano sobre tierras
fértiles facilitadas por un gobierno que buscaba la integración del
territorio nacional con una política agresiva de colonización.
La noticia se regó por las aldeas alpinas
agrupando parejas con audacia aventurera que se fueron sumando al
proyecto. Finalmente, el 19 de marzo de 1857 200 tiroleses y 100
alemanes prusianos abordaron el velero «Norton» rumbo a tierras
peruanas.
¿En qué consistía el incentivo del gobierno
peruano para la colonización del valle del Pozuzo? Correspondencia
entre von Schutz-Holzhausen y los colonos de cuenta de que el costo
total del viaje sería de US$ 15 por persona. Deberían invertir
también US$ 180 en 15 cabezas de ganado que adquirirían en Tarma. Se
les aseguró que los estarían esperando tiendas de campaña. Se les
aseguraba igualmente la construcción inmediata de un camino de Cerro
de Pasco hasta el valle del Pozuzo.
Cuatro meses de travesía y 7 muertos les
permitieron desembarcar en el Callao el 25 de julio de 1857.
Dicen que la historia a veces transcurre en
círculos. ¿Puede alguien sorprenderse de que cuando este grupo de
valerosos colonos llegó a costas peruanas poco o nada encontraron
que permitiera alguna esperanza de éxito en la empresa colonizadora?
No habían caminos construidos, el dinero enviado a Cerro de Pasco
para la construcción del camino había desaparecido.
Fueron llevados en un barco guanero, el «Inca»
hasta Huacho donde tuvieron que cumplir una cuarentena. Con algunas
pocas deserciones estos tenaces tiroleses decidieron continuar el
camino y montados en 300 animales entre caballos y mulas
emprendieron el camino hacia el valle del Pozuzo atravesando los
inhóspitos Andes peruanos.
La aventura y el heroísmo dieron su inicio. Dos
largos años sobreviviendo apenas entre los ciclópeos contrafuertes
andinos, cargando a cuestas enseres, muebles y niños muy pequeños
sirvieron para terminar de forjar el temple de estos valerosos
colonos. Luego de pasar las quebradas más altas de los Andes
hincaron el descenso por una cada vez más agreste ceja de selva,
tramo que les costó más de un año de penurias y enfermedades. De los
300 emigrantes que salieron de Europa sólo 170 llegaron al Pozuzo.
Ya en Pozuzo no encontraron nada de lo ofrecido:
ni cosecha, ni ganado ni tiendas de campaña. Bajo el liderazgo del
sacerdote Josef Egg iniciaron el penoso, solitario pero heroico
proceso de colonización. Durante medio siglo el padre Egg condujo a
este puñado de valientes en la construcción de su sueño y hoy que en
un proceso de 3 décadas se ha iniciado el contacto cultural y
comercial entre Pozuzo y el resto del mundo, lo que han descubierto
los privilegiados y aun escasos visitantes que hemos llegado a estos
parajes es un pedazo de los Alpes tiroleses en medio de nuestros
Andes.
Uno de los poquísimos lugares donde el
terrorismo encontró un pueblo unido e impermeable a sus cruentos y
prepotentes métodos. Tierra de gentes que se han ganado la
nacionalidad luchando por dominar la naturaleza con una unión y
entereza ejemplares para un país de gentes y territorios dispersos.
Visitar Pozuzo armado de esa curiosidad nacida
de su historia y de sus habitantes que no parecen peruanos pero que
son más peruanos que muchos de nosotros, nos genera una serie de
expectativas exóticas. Llegar a Pozuzo es una cosa totalmente
distinta. Llegar a Pozuzo recorriendo más de tres horas la Reserva
Nacional Yanachaga-Chemillén, casa del Gallito de las Rocas, una de
las aves más hermosas y escasas del planeta, y encontrarse en el
camino con 7 hermosas cataratas, más de las que muchos de los
capitalinos hemos visto en toda nuestra vida. Divisar a nuestra
derecha la infinita y variadísima profundidad de una selva virgen
rodeada de montañas en las que miles de verdes ricos en texturas
hacen un contraste maravilloso con el azul del cielo y con las
siempre cambiantes formas con que la blancura de las nubes corona
tan subyugador panorama.
Y al llegar a Pozuzo nos encontramos con esa
hermosa visión que parece extraída de una postal tirolesa. Nos
topamos también con sus habitantes, descendientes de esos 170
primeros colonos, afables y hospitalarios a la vez que curiosos. Les
agrada que les contemos de nosotros y nos muestran con orgullo sus
casas, su paisaje, su ganado... Nos hacen probar sus comidas, que
son una adaptación de las típicas alemanas o austriacas que
aprendieron de sus padres y abuelos pero que han adaptado con los
que han podido cultivar o encontrar en esta nueva región: no
encontraremos un strudel de manzana pero saborearemos un delicioso
strudel de plátano.
Como su contacto con la modernidad ha ocurrido
recién en 1973, cuando se ha podido conectar vialmente con nuestra
capital, Pozuzo conserva intactas muchas de las costumbres
materiales e idiomáticas de mediados del siglo XIX. Eso lo hace un
polo muy atractivo para atraer turistas, pero al mismo tiempo lo
transforma en una región que conviene respetar y conservar
canalizando un tipo de turismo no agresivo ni transformador.
En septiembre del 2000, la Municipalidad
Distrital de Pozuzo suscribió un Convenio Específico de Cooperación
con la ONG PASDI con la finalidad del desarrollo turístico de Pozuzo,
como una forma de contribuir al reforzamiento de su economía,
dependiente principalmente de la ganadería, a la generación de
empleo, así como rescate y fortalecimiento de los valores culturales
propios de sus orígenes austro-alemanes. Otro objetivo que se ha
impuesto este Convenio está relacionado con el medio natural en el
que se encuentra ubicado Pozuzo: Su preservación y administración
ecológica deben ser consideradas prioritarias. Como primeras
acciones dentro del marco del Convenio, se procedió a declarar a
Pozuzo como «Distrito Turístico» y a crear el Comité de Desarrollo
Turístico de Pozuzo, que está presidido por el Alcalde José Muller
Randolf y cuya función es supervisar y apoyar la ejecución y
desarrollo del Programa mencionado.
A la fecha y dentro de la Etapa Piloto que
viene ejecutándose desde hace casi un año, se han realizado además
de las mencionadas, las siguientes acciones:
Charlas de orientación a los propietarios y
administradores de hospedajes y restaurantes, sobre la importancia
que el turismo tiene para Pozuzo, así como sobre la necesidad de
brindar un servicio de calidad.
Charlas de formación turística a los escolares
de los tres últimos años de secundaria de los colegios de Pozuzo,
destacando el tipo de turismo no masivo que se va a desarrollar, la
importancia de su participación consciente y madura, al igual que la
conservación y conocimiento de las características del medio
ambiente natural.
Clases sobre conceptos básicos de cocina,
dirigidas al personal de restaurantes y de mantenimiento de «pisos»
o housekeeping para el personal de los hoteles que se inscribieron.
Inicio de una campaña promocional de Pozuzo
como destino turístico, dentro de la cual destacan la impresión de
dos afiches diferentes, la asistencia a dos Bolsas de Turismo en
Lima, y la impresión de 4000 folletos orientados a difundir las
características de Pozuzo. Para todas estas acciones se ha contado
con el apoyo económico de empresas alemanas en Lima, empresas de
Pozuzo y la Municipalidad distrital.
Igualmente, se ha llevado un grupo de veinte
turistas, con el fin de evaluar las condiciones del viaje y los
servicios turísticos de Tarma, Oxapampa y Pozuzo, comprendidos
inicialmente en los paquetes turísticos diseñados, lo que ha
permitido su mejoramiento en los detalles que lo requerían.
Cuando visitemos Pozuzo, hagámoslo con el mismo
cuidado y delicadeza que tenemos cuando visitamos un escondido
sembrío de orquídeas, admiremos y fotografiemos su belleza pero no
pretendamos sembrar flores distintas a su lado, pondríamos en
peligro la existencia de las originales.
El turismo en lugares como Pozuzo tiene la
responsabilidad de ser sostenido, es decir que no debe poner en
peligro lo atractivo y lo auténtico de una integración hombre-naturaleza
como la lograda en este hermoso paraje de nuestra ceja de selva.
Si Ud. no puede ir a un hotel sin aire
acondicionado, sin saunas o jacuzzis, no visite Pozuzo.
Si lo que Ud. quiere es llenarse los ojos y el
alma de un pedazo de cielo que se ha quedado enganchado en el margen
oriental de nuestros Andes. Vaya corriendo. Será una semana
inolvidable que Ud. repetirá una y otra vez, llevando amigos y
familiares con quienes sientan la necesidad de compartir una
experiencia tan gratificante.
Texto
y fotos:
Guillermo Rivas